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CADA UNO ES ARQUITECTO DE SU PROPIO DESTINO

martes, 11 de marzo de 2014



ESTAS MUJERES FORMAN PARTE DE NUESTRA HISTORIA  Y DE NUESTRO OLVIDO

Sargento 1ro Carmen Ledesma

Mujer negra que nación en el siglo XIX y para el año 1874, vivían como una fortinera mas en el Regimiento 2 de Caballería de Línea, que a órdenes del coronel Hilario Lagos, ocupaba el fuerte General Paz, de la extensa frontera con el indómito indio de nuestras pampas. Durante ese año, en una oportunidad, el coronel Lagos recibió la orden de marchar hacia Mercedes, provincia de Buenos Aires, ante la aparición en la zona del bravo cacique Pincén y sus lanceros.
Mamá Carmen como se la conocía en el lugar, quedó a cargo de la seguridad del fuerte con otras mujeres y dos soldados enfermos. Lo primero que hizo fue vestir de soldado a todas las mujeres, entregar las armas que disponía y continuar las actividades de todos los días. Por la mañana, izaba la bandera nacional al salir el sol, que luego arriaba al atardecer, practicando durante horas como realizaría la defensa del cuartel en caso de ser atacada. Disponía también de dos cañoncitos que ubicó en la zona del mangrullo con las pocas municiones con las que contaba y esperó.
Una tarde fueron atacados por una partida de indios, a quienes sorprendió con la apertura temprana del fuego de sus dos cañones, y con un disparo afortunado los puso en fuga. Cuando el 2 de Caballería regresó al fuerte, el coronel Lagos se enteró de lo sucedido hace que informó al gobierno solicitando se le otorgará a Mamá Carmen el grado de sargento 1ro, en merito a sus comportamiento, lo que posteriormente fue concedido. Su historia, como tantas, se fue perdiendo en el tiempo y en el olvido. Lo que sí se recuerda es que tuvo dieciséis hijos, muertos todos combatiendo por la patria que tanto quería y por la que ella tanto había luchado. Su recuerdo, seguramente lo encontraremos siempre vivo en un pliegue de nuestra bandera.


Sargento mayor María Remedios del Valle
En esta mujer de raza negra se incorporó en Buenos Aires al ejército auxiliar que marchó a las dos provincias del norte, el 6 de julio de 1810. Acompañaba a su esposo y a dos hijos que formaban parte de esa fuerza, en la que lucharon y murieron en defensa de la Patria.
Durante los combates, María Remedios del valle, atendía a los heridos y fue tan valiente  y destacada su actuación que el general Belgrano la premió con el ascenso al grado de capitán. Entre otras acciones se la vio actuar en las batallas de Salta Vilcapugio y Ayohúma. Fue tomada prisionera por los españoles, y fugo para volver a su tropa y continuar luchando.
Como muchos soldados que pelearon por conseguir la independencia, ya viejos, terminaron mendigando en la recova y en los atrios de las iglesias como también lo hacía ella, olvidados por quienes no debían hacerlo: “su figura era familiar de los vecinos, conocida en el barrio con el apodo de “la capitana”, arrebujada en un mantón de bayetón oscuro, encorvada y magra diríase que era la imagen mísera de la senectud con su tez terrosa ya arrugada, su boca hundida y sus ojos empañados. Con voz débil ofrecía a los transeúntes pasteles, tortas fritas o fruta que llevaba en su batea; a veces imploraba, por amor a Dios, una limosna. Vivía en un rancho en las afueras, donde empezaban las quintas. Aterida de frío en invierno, chapaleando barro bajo la lluvia o sofocada por el sol de enero recorría el mismo trayecto cotidiano, en procura de su pan”. Esto era, en verdad una injusticia, como tantas cometidas con los que lucharon por nuestra patria.
Por gestión del general Viamonte realizada en el año 1828, se le otorgo el sueldo de capitán a esta valiente negra la que se conocía como la Madre de la patria. En el año 1829, fue ascendida a Sargento Mayor, siendo destinada por el general Rosas a plana mayor activa. Allí tomó el nombre de Remedio Rosas. Esta mujer hecha soldado y probada en muchas situaciones de peligro, que lucho por la libertad de su patria, fue dada de baja del ejército solo a su fallecimiento, y también espera el recuerdo de sus conciudadanos. 

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